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2.5.04

Resistencia cristiana en el mundo musulmán


Cristianos paquistaníes denunciando ataques contra iglesias y asesinatos de cristianos por parte de grupos organizados de miembros de la mayoría musulmana

Mientras las minorías cristianas en paises de mayoría musulmana sufren de persecuciones, en algunos casos terribles por su grado de violencia, los occidentales, y especialmente los europeos, hacen oídos sordos a los sufrimientos de los cristianos que se resisten activamente a la islamización, culpándoles con frecuencia de sus propias desgracias.

La mentalidad del dhimmi no puede definirse o describirse fácilmente. Las situaciones históricas en evolución en la civilización de dhimmitud han provocado un sin fin de reacciones, que atraviesan tres continentes y cerca de catorce siglos. En líneas generales, las poblaciones de dhimmis pueden describirse oscilando entre enajenación y sumisión y, en el otro extremo, la percepción propia de libertad espiritual.

Los aspectos básicos de la mentalidad del dhimmi se relacionan con las características de su estatus y entorno, dado que la dhimmitud opera exclusivamente dentro de la esfera de la jihad o guerra santa. Al contrario de la creencia popular, la jihad no se limita a la guerra santa realizada militarmente; abarca todas las estrategias, incluyendo medios pacíficos, que tengan como objetivo la unificación de todas las religiones bajo el dogma islámico.

Además, como construcción jurídico-teológica, la jihad determina todos los aspectos de relaciones entre la Umma — la comunidad islámica — y los no musulmanes. Según la interpretación clásica, éstos se clasifican en una de tres categorías: los enemigos, los reconciliados temporalmente y los sujetos. Dado que ni la jihad ni la dhimmitud se han analizado críticamente, podemos decir hoy que la mentalidad islámica — actualmente predominante en muchos países musulmanes — establece las relaciones con los no musulmanes en las categorías tradicionales de la jihad: la guerra, la tregua y la sumisión / dhimmitud.

En nuestra época, los dhimmis se encuentran entre los residuos de poblaciones indígenas de países que fueron islamizados durante un milenio de conquista musulmana: cristianos, hindúes, y judíos y zoroastros dispersos. Los cristianos serían en apariencia el grupo más familiar, más cercano a los occidentales por proximidad, cultura y religión, y por ser objeto del mismo estatus bajo el Islam que los judíos, el otro ahl al-Khitab — "pueblos del libro” -- la Biblia. Pero esta impresión es a menudo engañosa, dado que la apariencia tranquilizadora es engañosa.

El comportamiento de los dhimmis cristianos varía según el país, la categoría social, y su asociación con la clase dominante como, por ejemplo, su participación en los partidos Baath sirio o iraquí o en la OLP, una organización militarista implicada en la jihad árabe contra Israel. Los dhimmis cristianos presentados para ocupar puestos importantes por los gobernantes musulmanes, han servido a menudo como agentes entre el mundo árabe y los centros estratégicos de occidente: iglesias, gobiernos, industrias, universidades, medios, etc.

Dado que las poblaciones de dhimmis cristianos están en general mejor educadas y mejor formadas que la población que les rodea, sufren a menudo la envidia maliciosa junto con los prejuicios anticristianos tradicionales de la Umma. La persistencia del cristianismo en los entornos musulmanes da fe de cualidades de resistencia y adaptabilidad. Pero la supervivencia en dhimmitud tiene su precio: la patología del dhimmi.

Resumida sucintamente, las posiciones cristianas pueden clasificarse en tres categorías: la resistencia activa, la resistencia pasiva y la colaboración. Estas tres posiciones se manifiestan dentro de una sola población, pero ciertas situaciones geográficas o históricas favorecen una u otra.

LA RESISTENCIA ACTIVA

Los ejemplos recientes de resistencia activa son significativos. La represión de la rebelión cristiana contra el establecimiento de la sharia en Sudán en 1983 causó más de dos millones muertos y unos 4 millones de desplazados. Los cristianos libaneses lucharon contra la islamización de su país durante la guerra civil que comenzó en 1975. En los albores del siglo XX, los cristianos armenios y asirios fueron castigados con genocidios por sus intentos de independencia. A día de hoy, la resistencia cristiana activa contra la islamización en Indonesia, Nigeria y en otros países africanos es manifiesta en las masacres de civiles cristianos, la quema de aldeas, la huida de poblaciones. Los occidentales, y especialmente los europeos, hacen oídos sordos a los sufrimientos de los cristianos que se resisten activamente a la islamización, culpándoles con frecuencia de sus propias desgracias.

LA RESISTENCIA PASIVA

Los ejemplos de resistencia pasiva pueden encontrarse en Egipto, Pakistán e Irán. Los cristianos egipcios denuncian la violencia de la que son víctimas, y luchan por proteger su dignidad, reducir la discriminación legal y profesional y garantizar derechos básicos tales como el permiso a construir o restaurar iglesias. De nuevo, Occidente prefiere ignorar su calamitosa situación o subestimarla mediante episodios pasajeros de atención. Los cristianos implicados en las resistencias activa o pasiva agotan sus exhaustos recursos en a alertar a sus compañeros cristianos y contar con su ayuda.

LOS CRISTIANOS COLABORACIONISTAS

Los colaboradores se reclutan entre los cristianos que se identifican como árabes. Este tipo de colaboración, que causó batallas fratricidas sin fin a lo largo de los siglos, ha sido denunciada por los dhimmis que luchaban contra la dominación islámica durante siglos, la cual progresó con la ayuda de cristianos.

El cristiano colaboracionista ha tomado formas distintas en el curso de la historia, según las circunstancias y las oportunidades políticas. Se expresa hoy en un proyecto teológico y político de dos puntos. El proyecto político se implementa en una fusión transmediterránea, con la construcción de una entidad económica, cultural, política y geográfica compuesta de la Unión Europea y los países árabes y africanos. Esta política de asociación e integración, activa en todos los foros internacionales, funciona como contrapeso a la política norteamericana bajo la tapadera de una noción de “legitimidad internacional”, la legitimidad de dictadores árabes totalitarios sanguinarios, no obstante.

El dhimmi cristiano colaboracionista sirve como mecanismo económico e intelectual de este proyecto, porque pertenece a dos mundos. Su papel es inventarse el pasado islámico cristiano idílico que sostiene la construcción política de una Eurabia futura, y disimular las bases anticristianas de la doctrina e historia islámicas.

La colaboración dhimmi a nivel teológico se orienta en dos direcciones: hacia el cristianismo y hacia el Islam. Encuentra su expresión más radical en la "Teología de la Liberación Palestina", que significa nada menos que la liberación del cristianismo de su matriz judía. El centro espiritual de esta teología es el Instituto al-Liqa de Jerusalén, creado en 1983 para el estudio de la herencia musulmana y cristiana en Tierra Santa. Este instituto, fuertemente politizado, patrocinado por organizaciones cristianas internacionales, se especializa en la diseminación de propaganda anti-israelí mediante sus canales internacionales religiosos y mediáticos.

Uniendo las corrientes teológicas marianista y gnóstica, esta teoría palestina arranca la judeidad de Jesús y lo convierte en un Jesús árabe palestino sui generis, un gemelo del Jesús musulmán (Isa). El cristianismo, liberado así de sus raíces judías, puede ser trasplantado al islamismo árabe. Esto colocaría a Palestina, no a Israel, en el origen del cristianismo, convirtiendo a los israelíes en usurpadores de la patria palestina islámico cristiana. Esta teoría niega la continuidad histórica entre el Israel moderno y su ancestro bíblico, el locus del cristianismo naciente.

La teología del palestinismo, integrando todos los temas antijudíos de la teología del reemplazo, se vuelve a trabajar para satisfacer la nueva moda palestina, y se dirige a los cristianos de todo el mundo, invitándolos a reunirse entorno a un Jesús árabe, símbolo de una Palestina crucificada por Israel. El tema se remonta al siglo XIX. No obstante, en aquellos días, cuando la noción de una entidad árabe palestina diferenciada del mundo árabe ni siquiera existía, el papel unificador de Palestina se asignó al nacionalismo árabe.

La teología del palestinismo apoya la política euro árabe del cristiano musulmán y de la fusión árabe Europea: el moderno estado de Israel -- considerado un accidente temporal de la historia -- es sobrepasado, y los orígenes cristianos de Europa se anclan en una Palestina cristiano islámica. Habiendo completado su papel histórico en la unificación de dos enemigos — el cristianismo y el Islam -- opuestos desde su mera existencia, Israel puede hoy desaparecer, sellando la fusión entre Europa y los árabes. El papel unificador implica a la Palestina cristiano islámica; la reconciliación del Islam y el cristianismo puede consumarse finalmente sobre las cenizas de Israel y de su negación. Este es el motivo por el que la Unión Europea -- y especialmente Francia --- designa la "injusticia" y la "ocupación" israelíes como las únicas fuentes de conflicto entre Europa y el mundo árabe musulmán, y la causa del terrorismo internacional islamista antioccidental.

La contribución del colaboracionismo dhimmi cristiano para el Islam es incluso más importante. Satisface tres objetivos: 1) su propaganda modela la mitología de la coexistencia pacífica islámico cristiana pasada y presente, y confirma la perfección del Islam, la jihad, y la sharia; 2) promueve la expansión demográfica y el proselitismo de la propaganda islámica en occidente; 3) en la esfera teológica, elimina al Jesús judío e implanta en el cristianismo un Jesús musulmán, facilitando, en otras palabras, la islamización teológica de toda la cristiandad.

Según el dogma islámico, el Islam abarca judaísmo y cristianismo, que son expresiones posteriores falsas de la religión principal y fundamental, que es el Islam. Todos los personajes de la Biblia, desde Adán a Abraham, desde Moisés a David, los profetas hebreos, Maria, Jesús, y los apóstoles, fueron profetas musulmanes que predicaban el Islam, y que se reconozcan y respeten esa causa solamente de su calidad como musulmanes. Pertenecen al Corán, no a la Biblia. Desde este punto de vista, el vínculo entre judaísmo y cristianismo es una falsificación, porque la filiación del cristianismo es islámica, no judaica.

El cristianismo desciende del Islam, la religión principal de toda la humanidad (din al-fitra). El cristianismo es una expresión falsificada del islam, y pertenece al islam. Según un hadith, cuando Isa, el Jesús musulmán, vuelva, romperá la cruz, matará al cerdo, abolirá la jizya (impuesto gravado a los infieles), y el dinero fluirá como el agua. Los exegetas interpretan la destrucción de símbolos adjudicados al cristianismo -- el cerdo y la cruz -- como la destrucción de esa religión; la supresión de la jizya significa que el islam se ha convertido en la única religión; y la abundancia de riquezas alude al botín tomado de los infieles. En otras palabras, el retorno del Jesús musulmán liderará la destrucción del cristianismo.

La jihad global ha convertido en realidad mundial los problemas de la dhimmitud. La dhimmitud lúgubre de Europa, expresada en el rechazo hasta a mencionar en su propuesta de Constitución los valores “judeocristianos” de su civilización, es uno de los principales elementos de la división actual europeo-americana.

Bat Ye'or

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