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11.3.05

El Islam en Europa

Inmigración y democracia europea.

Este texto de reflexiones respetuosas, desde un punto de vista europeo. Todos analizan las consecuencias del ISLAMISMO radical. Me parece sencillamente impactante, al mismo tiempo que me hace reflexionar y preguntarme ¿Por qué motivo siendo conocedores de lo que esta pasando en Francia con los islamitas, nuestros dirigentes en España nos están arrastrando sin consideración a igual o peor situación?
La presencia, cada vez más importante, del Islam en Europa, el peso cada vez más grande de tradiciones culturales afroasiáticas en nuestro continente, consecuencias ambas de la inmigración incontrolada, constituyen una amenaza para la tradición democrática.

Por angelicalismo, “ellos” se imaginan que la educación y la razón, el espíritu “republicano”, borrarán las tradiciones culturales ancestrales de los inmigrantes. Es el error de juicio de Régis Debray.
Este error está fundado sobre el mito de la educación espontánea y de la sabiduría innata, entretenido por el racionalismo optimista del Aufklärung.
Por el contrario, las virtudes democráticas son etnoculturales, limitadas a la esfera europea, y no universales ni naturales a los humanos. La democracia es, por naturaleza, extremamente frágil: sus fundadores griegos la perdieron rápidamente, como la República Romana.
Únicamente existe desde 900 años en Islandia, país preservado de las sacudidas de la Historia, y étnicamente totalmente homogéneo.

La democracia está amenazada por el laxismo social, las pretensiones mediáticas de la opinión pública -que no es la opinión del público sino la de minorías activas-, el gobierno de los jueces que pretende dominar la voluntad general y corregir las leyes, y la instalación de una “cultura de conducta cotidiana” de sumisión a las manipulaciones de aparatos sofisticados. En efecto, una sociedad puede cesar de ser democrática y ya no asegurar la seguridad, la libertad y el bienestar de sus ciudadanos, aunque sus instituciones queden formalmente democráticas; basta que las practicas sociales opresivas sean extendidas, admitidas, legitimadas, sin ser necesariamente legalizadas.

La cultura de los “jóvenes nacidos de la inmigración” que se benefician de la admiración de los mass-media, conquistando un espacio social cada vez más importante, encierra algunos valores perfectamente antidemocráticos.
La “cultura beur-black” y el comportamiento de sus miembros, amplificados por la propaganda de las cartas de fragmentos de rap, difunden actitudes y estados de espíritu totalmente opuestos a las convicciones de las elites políticamente correctas que los apoyan: machismo, clanismo, tribalismo agresividad, visión racial de la sociedad, espíritu de ghetto, desprecio por la mujer, culto del jefe de banda, valorización de la violencia primaria (inversa de la “fuerza”), rechazo de toda responsabilidad social, apología de la violencia de grupo, desprecio total por “Francia” o por la “nación”, etc.

La nueva “cultura de las ciudades periféricas” difunde entre la juventud –es decir, entre las generaciones futuras- valores sociales antitéticos de los de la famosa “República”.
Pensar que será posible por la “educación” y la “persuasión” transformar en “ciudadanos responsables” a los jóvenes portadores de estos tipos de mentalidad, es una vez más creer en los milagros, esta enfermedad senil de la ideología occidental. Es paradójico que los “demócratas” apoyen y excusen esta emergencia de un primitivismo social.

Este tipo de ilusiones siempre es el hecho de las ideologías hegemónicas, las cuales, demasiado seguras de ellas mismas, ya no son capaces de analizar la realidad.
Si la tendencia demográfica y migratoria actual consigue, con varias poblaciones afroasiáticas cada vez más numerosas, una presencia cada vez más importante del Islam –que quiere ser mayoritario, cosa que poca gente entiende- el futuro de la democracia estará comprometido. Poco a poco, la sociedad se impregnará de valores coercitivos, fanáticos, antilaicos y anticiudadanos.

Y al final, el multirracismo,: guerra civil entre las diferentes comunidades. Una parte de la izquierda lo sabe, pero admitirlo sería reconocer sus contradicciones internas y su debilidad intelectual. Y sobre todo, sería enfrentarse al dogma de la sociedad multirracial.

Por racismo inconsciente, la izquierda asimilacionista piense que todo ser humano es un átomo neutro y maleable, sin origen particular. No entiende que, incluso después de muchas generaciones, el pasado étnico persiste, como un atavismo antropológico.
Estos individualistas no entienden que si la educación puede transformar a un individuo aislado, es imposible transformar los valores de comunidades étnicas y religiosas constituidas que se están instalando masivamente en el suelo europeo.
Los “demócratas” tendrán un despertar difícil. En realidad, en la tradición europea, la democracia –es decir el reino del orden consentido, que también se podría llamar nomocracia o reino de la ley común- solamente es posible si existe una proximidad cultural, heredada, casi innata, entre los ciudadanos.

Las verdaderas causas del inmigracionismo: xenofilia, etnomasoquismo, electoralismo ¿Por qué esta propensión, en toda la izquierda, a favorecer así la inmigración? Los argumentos presentados son de mala fe y a menudo perfectamente ridículos.

1) Por el honor de Francia, tierra de acogida, patria de los Derechos humanos, se tiene que recoger los refugiados. Ser patriota consiste en -¡es normal!- metamorfosear, en una generación, el substrato antropológico, étnico y cultural del país, fenómeno único en la Historia de las Galias y de Francia.

2) Los inmigrantes dinamizan la economía. En los años sesenta, cuando un patronato codicioso, irresponsable y egoísta, con la complicidad de los sindicatos, iba a contratar en el extranjero una mano de obra dócil y barata, en lugar de invertir para bajar los costes, hacer crecer la productividad y remunerar correctamente a los obreros franceses, este argumento económico no era admisible. Hoy, el coste de la inmigración es colosal.

3) La natalidad francesa de origen ya no es capaz de renovar las generaciones; los inmigrantes, pues, son necesarios. Magnífico sofisma: ¿por qué, en lugar de favorecer la inmigración, no tomar medidas para desarrollar la natalidad de los Franceses de origen? Porque el natalismo es un pecado político e ideológico. Ahí están las dos verdaderas razones del inmigracionismo.
La primera, psicoideológica; la segunda, un puro calculo político.

Primera causa: la izquierda que pilota el inmigracionismo y arrastra a la derecha culpabilizada en este terreno, siente en sus fibras ideológicas y morales, un sentimiento, un complejo binario: xenofilia y etnomasoquismo, idealización del extranjero afroasiático y odio hacia su propia estirpe.
Esto se asemeja al antiguo síndrome, muy bien conocido, de los burgueses marxistas antiburgueses, de las antiguos seminaristas transformados en anticlericales, o de los judíos antisemitas.

Un psicoanálisis político de los ideólogos de izquierda, mostraría que en sus espíritus enfermos, el “hombre blanco” es culpable por definición, contaminado por el pecado capital de haber explotado al hombre extraeuropeo (esclavitud, colonialismo, racismo, etc.)

El inmigracionismo y las teorías de la sociedad multirracial y mestizada son un trabajo de expiación. Nosotros debemos de expiar nuestras faltas y desaparecer como pueblos homogéneos. Nosotros debemos de dejarnos colonizar, dominar (cuando digo “Nosotros”, no hablo de “ellos” personalmente, de los ideólogos de izquierda, sino de estas detestables masas populares de origen europeo).

Un ejemplo entre otros: frecuento mucho, por razones profesionales, el mundo del show-business. Durante una entrevista con la guapa y talentosa Béatrice Dalle [31], “lookada” pseudorebelde,

Le pregunté: “¿Por qué no tienes hijos?”
Respuesta: “No quiero engordar después de una maternidad. La maternidad, es carca. Pero me gustan mucho los críos. Me gustaría adoptar alumnos, si es posible”.

Pregunta: “Justamente, hay muchos pequeños rumanos y ucranianos, ¿esto no te tienta?”.
Respuesta, sin comentario: “¡No! No quiero adoptar ningún europeo. Únicamente críos de color, de África o Asia”.
Qué magnifico terreno para un psicoanalista: ¿el etnomasoquismo y la xenofilia de la izquierda son el fruto inconsciente de una obsesión racial? La segunda razón del inmigracionismo es un sencillo calculo electoral y demográfico. Los sondeos de los Renseignements Généraux [32] indican que, del hecho de las naturalizaciones, del jus solis y del laxismo migratorio, la proporción de los electores de origen extraeuropeo aumenta sin cesar.
Y estos electores votan en una gran mayoría por los socialistas y la extrema izquierda que los protegen, aunque su elemento electoral natural, las clases populares de origen francés votan cada vez más por el Frente Nacional.


El calculo es simplisimo:
a) aumentar la proporción del “voto inmigrante” entre los electores,
b) facilitar el acceso al escrutinio por la inscripción automática (y no voluntaria y “ciudadana”) en las listas electorales. Es un calculo a corto plazo, pero es un buen calculo arribista para los políticos de izquierda y de extrema izquierda: una mayoría durable para conservar el poder. Por razones demográficas, la derecha no puede ser mayoritaria por un tiempo largo. ¿El pueblo no conviene? ¡Vamos a cambiar el pueblo! La “discriminación positiva” es racista y sexista.


Varios Estados de los Estados Unidos han creado programas y votado leyes de affirmative action, de “discriminación positiva”. Esta palabra, por sí misma, es ridícula... También ahora Suráfrica está desarrollando este tipo de programas. En verdad, la “discriminación positiva”. crea un discurso racialista, casi racista, porque necesita de una definición de las “razas a ayudar”.
¿Es necesario también ayudar a los árabes y a los coreanos?
Una “escala racial” de superioridad / inferioridad se establece implícitamente, producida por la ideología antirracista... En los Estados Unidos, muchos representantes de las minorías se sintieron humillados de entrar en la categoría de los beneficiarios de las “discriminaciones positivas”.

Recientemente, en Francia, una novelista de origen africano ha firmado una petición para exigir una cuota obligatoria de negros en la televisión.
En todos estos casos, se asimilan las mujeres, los negros, etc. a subnormales congénitos, a subdotados que, por conmiseración, deben ser ayudados. ¡Qué humillación! ¿Se debe humillar al “macho blanco” para que los demás puedan tener una parte del postre, lo que supone que el “macho blanco” es superior por definición?


Consecuencia: se debe de desvalorizar autoritariamente el supuesto superhombre para que los demás puedan ocupar su puesto. Es decir, que las mujeres y los negros son víctimas perpetuas que, congénitamente, necesitan ser ayudados; débiles que deben ser protegidos continuamente de la opresión.

Al final, la ideología antirracista, igualitarista y feminista avala la inferiorización racista o sexista. ¡Si yo fuese negro, realmente estaría furioso de ser tomado por un incapaz permanente, que debe ser asistido en perpetuidad! Por otra parte, cuando se impone autoritariamente una cuota de 50% de mujeres entre los candidatos de los partidos políticos, la ideología igualitaria contraviene los principios de igualdad y desvaloriza la santa “causa de las mujeres”.

En efecto, si la mayoría de los candidatos es masculina, no es porque las mujeres estén apartadas voluntariamente, sino porque no hay suficientes candidatas. Con una ley paritaria, se va a imponer por fuerza un número importante de candidatas necesariamente mediocres; como cuando Juppé [26], para parecer “moderno”, quería seis ministras en su gobierno, despedidas muy poco tiempo después por incompetencia... A propósito, en otras profesiones “civilmente capitales”, como la magistratura o la enseñanza secundaria, donde las mujeres constituyen la gran mayoría, ¿por qué no imponer una cuota de un 50% de hombres?. Y en la medicina y la cirugía, donde los hombres son particularmente mayoritarios, ¿por qué no imponer una cuota de un 50% de mujeres por dos concursos separados?

Pero en este caso, hay un problema: los igualitaristas, los grandes burgueses de la izquierda bien-pensante, partidarios de la discriminación positiva, probablemente no querrían ser operados por “cirujanas” de talento dudoso. Más lejos, ¿por qué no aplicar, además de las cuotas de sexos, unas cuotas étnicas, con arreglo a la composición de esta sociedad multirracial, tan querida por la izquierda igualitaria?
Air France estaría obligada –mediante contratación separada en “colegios étnicos”- a contratar un X% de pilotos de origen africano, de origen magrebí, etc. Pero esta cosa, no la veremos nunca.
Los intelectuales igualitarios no están tan locos... De hecho, la discriminación positiva, cuyos finos son antirracistas y antisexistas... conduce a sexualizar y racializar la sociedad. De otra parte, se puede notar que el igualitarismo, cuando intenta aplicar sus principios hasta sus consecuencias lógicas, los pervierte, los deviene absurdos y contradictorios. ¿La igualdad de suertes no conduce a la igualdad de resultados?

Bueno. Así se va a imponer, por fuerza, la igualdad de resultados, a destruir la noción de igualdad de suertes, fundamento esencial de la ideología igualitaria... Únicamente porque ésta última rechaza dogmáticamente el reconocer la desigualdad de las capacidades que rigen a los individuos entre sí y a los grupos entre sí. ¿La naturaleza no tiene nuestras ideas? Vamos a cambiar la naturaleza por decreto, como ya lo hicimos varias veces en la Historia. ¡Programa amplio y vía sencilla hasta la catástrofe! Pero, después de todo, es mejor así.

Como dice un proverbio indio: “cuando tu enemigo está bailando en un tejado, déjalo hacer y aplaude la proeza...”

Un liberal francés JEAN-FRANÇOIS REVEL,

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