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19.9.08

Euro-pisoteando la libertad de expresión.


Europisoteando la libertad de expresión.

Cómo algunos europeos y la ONU están ayudando a los islamistas a socavar la libertad.


En Europa, la libertad de expresión no se acabará ni con un estallido ni con un lloriqueo sino con la ayuda de un abogado.

Este mes hace tres años que el periódico danés Jyllands Post publicó 12 caricaturas en editoriales que satirizaban el terrorismo islamista.
Algunas organizaciones musulmanas protestaron. Las protestas fueron organizadas. Las embajadas danesas en Siria, el Líbano e Irán fueron incendiadas. Mataron a decenas de personas. Los dibujantes y los editores recibieron amenazas de muerte de personajes tales como Mahmud al-Zahar, alto líder de Hamás en Gaza.

Kurt Westergaard
es el artista que dibujó la caricatura más icónica y polémica: pintó a Mahoma con su turbante convertido en bomba y la mecha encendida. Su mensaje era claro: así es como Mahoma es visto por los que aprenden acerca del islam de boca de terroristas suicidas. Westergaard no está ni deshaciéndose en disculpas ni arrepentido. Pero él ha explicado tan claramente como puede que el punto de mira de su dibujo eran los “fanáticos terroristas islamistas” – una pequeña parte del islam.

Westergaard ha necesitado protección policial desde entonces. El año pasado tuvo que dejar su casa al enterarse por la inteligencia danesa que había una trama “específica” para asesinarlo. A principios de este año, también se vio forzado a dejar el hotel en el cual había estado viviendo porque se había convertido en un “riesgo demasiado grande para la seguridad” de los otros huéspedes y del personal.

Y luego en junio, un “Fiscal General” en Jordania – una nación musulmana descrita generalmente como moderada – emitió una citación judicial exigiendo que Westergaard fuera llevado a juicio en una corte de Amán.

El dibujante de 73 años no tiene planes de acceder a ello. Dijo que aunque debería ser obvio que “mi problema es con los terroristas, no con los musulmanes”, la gente es libre de interpretar su trabajo como quiera. Westergaard le dijo a un periodista que “No estar de acuerdo es muy importante y si discrepamos eso no significa que tengamos que presentar demandas y matarnos”.

Al parecer, no son sólo los islamistas los que encuentran esa lógica poco persuasiva. El periódico en inglés Daily Jordan Times informaba que el abogado Osama Bitar, relacionado con la querella (en nombre de la campaña “El Mensajero de Alá nos une” – ¡qué nombre tan inspirador!) ha estado en contacto con abogados franceses que “han expresado su apoyo por la campaña y su demanda contra Westergaard”.

“Los abogados están estudiando la posibilidad de presentar una demanda contra el dibujante de acuerdo a la ley francesa y el derecho internacional como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos” dijo Bitar. Y agregó que los abogados franceses también están considerando entrar en contacto con colegas de otros países europeos para presentar demandas por separado contra Westergaard.

Bitar expresa entusiasmado: “La idea de que abogados europeos se unan a nuestra campaña y que apoyen nuestras iniciativas es formidable. Estamos defendiendo el islam de una manera civilizada y estamos intentando hacer que los responsables de las caricaturas respondan según la ley”.


Puede que tengan ayuda legal adicional en camino. La ONU está pensando presentar una resolución patrocinada por la Organización de la Conferencia Islámica (OIC) compuesta por 57 naciones. El motivo aparente de “combatir la difamación de la religión” – ¡otro nombre inspirador más a la lista! - es erradicar “la incitación al odio religioso, contra el islam y los musulmanes en especial”. En cuanto a otras religiones, puede estar seguro que esta resolución garantizará tanta protección y respeto como el cristianismo, el judaísmo, el bahaísmo y el hinduísmo reciben ahora en Arabia Saudí, Irán o en cualquiera de las otras naciones que patrocinan la resolución.

Mientras las resoluciones de la Asamblea General en realidad no tienen fuerza de ley, proporcionan amparo diplomático a los tiranos deseosos de acallar a los críticos y son citadas habitualmente por grupos izquierdistas de derechos humanos y periodistas como si fueran leyes internacionales.

Felice Gaer, presidenta de la Comisión Americana de la Libertad Religiosa Internacional, organización federal bipartita, dice que ha quedado claro que los países de la OIC están intentando “integrar” las prohibiciones para cualquier tipo de manifestación que pudiera considerarse crítica del islam.

“Están convirtiendo la libertad de expresión en la restricción de expresión” afirmaba ella.

Y el Centro Europeo por la Ley y la Justicia ha presentado un escrito ante el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos advirtiendo que semejantes resoluciones “violan directamente el derecho internacional respecto a los derechos a la libertad de culto y de expresión”. El escrito sostiene que la resolución es incompatible con cualquier concepto serio sobre la libertad de expresión, que más bien sustituye “un criterio subjetivo a considerar si la religión o sus creyentes se sienten ofendidos por el hecho que otros usen la libre expresión”.

Es alentador saber que algunos europeos están preocupados. Será educativo ver lo que hacen cuando quede claro – y me apuesto un euro a que así sucederá – que el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos no moverá ni un dedo.

Clifford D. May, antiguo corresponsal extranjero del New York Times, es el presidente de la Fundación por la Defensa de las Democracias. También preside el Subcomité del Committee on the Present Danger.

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